DISCAPACIDAD INTELECTUAL

   Todo lo relativo a la realidad y al tratamiento del retraso mental o discapacidad intelectual ha sufrido profundos cambios en cuanto a su concepto, análisis y atención práctica.
   Cada cambio suele ser producto de adelantos científicos realizados por diferentes disciplinas.
   El retraso mental comenzó a ser objeto de atención médica, pedagógica y científica sólo a partir del siglo XVIII. Pero durante un siglo y medio aproximadamente ha sido competencia casi exclusiva de la medicina.
   Desde esta perspectiva médica se denominaba “oligofrenia” –en griego: “escasa mente”- a un conjunto de síntomas presentes en un grupo amplio de anomalías con etiología orgánica variada, pero con un elemento común: cursar con déficit irreversible en la actividad mental superior.

   Los modelos de categorización de la deficiencia mental son muy numerosos porque pueden responder a diferentes criterios: médicos, etiológicos, psicométricos, pedagógicos, psicológicos,...

La American Association on Mental Retardation , en 1992 y en su novena versión del manual de definición y clasificación del retraso mental, indica:
    "El retraso mental hace referencia a limitaciones sustanciales en el desenvolvimiento corriente. Se caracteriza por un funcionamiento intelectual significativamente inferior a la media, que tiene lugar junto a limitaciones asociadas en dos o más de las siguientes áreas de habilidades adaptativas posibles: comunicación, cuidado personal, vida en el hogar, habilidades sociales, utilización de la comunidad, autodirección, salud y seguridad, habilidades académicas funcionales, ocio y trabajo. El retraso mental se manifiesta antes de los dieciocho años".


Categorías en que se clasifican los diferentes grados de la deficiencia  mental:
  •      Retraso mental profundo.
  •      Retraso mental severo.
  •      Retraso mental moderado.
  •      Retraso mental leve.